lunes, 29 de junio de 2009

HOMENAJE TUCUMANO A MICHAEL JACKSON (en tucumano básico)

Ayer por la tarde, luego de hervir la pava para tomar el té, me di cuenta de que no tenía azúcar. Entonces fuí al almacén de ramos generales de doña Elvira y me encontré con mis vecinos conmovidos por la muerte del rey del pop, Michael Jackson. Mientras esperaba mi turno no pude evitar escuchar la siguiente conversación entre la almacenera y el negro gatillo.

-¿Hola don negrito, se enteró de la muerte del cantante este que se hizo blanco?.-

-¡Ahhh claro doña! Ese chango mechudo que bailaba. Maiken yanson. Era medio picante sacudiendo las yantas. Al comué le decian el rey. Esos del noticioso no saben nada de baile. Ese comué, “el Miguelito Panzón” de la gomeria de acá a la vuelta se baila todo en la tangueria. Le saca viruta al suelo, viera uté. Eso que anda inflao, pelao, cabudo y veterano. Con unos años meno, se lo come al flaco ete.-

-¿Pero ahí dicen en el noticioso que ha vendío doscientos cincuenta millones de discos?.-

-Bueno doña. El miguelito se ha vendío cincuenta gomas usadas y la bruja de él se ha horníao cincuenta patafrolas y el noticioso no dice nada. No sabe uté el membrillo como lo saca de rico la vieja..-

-¿Y qué me dice usté de los premios que ha ganao en la televisión?.

-¡¡¡Vah!!!. ¡La han empaburao doña!. El miguelito se ha ganao como mil concurso de pasodoble en la tangueria. Lo que pasa es usté no va pal baile doña. Entonce no se entera.

-¿Pero y toda la plata que ha ganao con los conciertos?.

-Y bueno pero el miguelito ayer se ha embuchao cincuenta mango en parche. El maiken yanson tenía que gatillarle como quiniento millones de mangos a los abogao. Andaba suri.-

-Bueno en eso tiene razón. Se ha muerto debiendo plata. Pero tiene tres hijos. Ha hecho una linda familia.-

-¡Pero doña!, el miguelito tiene como nueve changos y cinco chinitas, encima do le han salío gomero y la changa mayor es peluquera. Pero es verdá que las dó más chinitas lo hacen renegá cuando se van pal baile con los chango de la cuadra.-

-Pero el problema de estos famosos es que se drogan y se hacen daño a la salú.-

-¡Doña! Ahora la juventú anda baqueteada. El miguelito se chupaba dos damajuana de vino terciao con pesi cola y no se resaquiaba. Pero sabe uté que cuando era chango, se tomaba el café con leche pulsudo y se mandaba a laburá. Bueno doña me voy pal rancho porque la patrona va a pensá que he andao chinitiando por ahí.

-Vaya nomás don negro, que lo van a correr de la casa.-

Acto seguido compré la bolsa de azúcar y me retiré. Cuando salía pasé por la gomeria de miguelito y lo vi. Pude apreciar su modo de actuar. Danzaba de un lado hacia el otro trasladando las ruedas pinchadas. Luego con su trabajo terminado se dirigía a la gente, deslizando sus pies y meneando las caderas. Y al cobrar, movía los brazos de abajo hacia arriba. Finalmente se paseaba entregando golosinas a los niños de la cuadra, balanceando su cuerpo y pegando una vuelta completa al momento de la entrega.

Si bien debo admitir que estoy conmovido por la muerte del rey pop, sobre todo por ser un admirador de su música además de su destreza corporal, también debo reconocer que en mi barrio pude encontrar un bailarín natural que por lo menos ayer ha colmado un pequeño vacio.

sábado, 20 de junio de 2009

FOTOS DEL CORAZON

En estos días que pasaron estuve medio bajoneado y pensativo. Como me suele ocurrir a veces, cuando las cosas están mal de repente aparece una pequeña luz de optimismo, aún en los peores momentos.
Estoy caminando siendo las tres de la tarde para despejar pensamientos negativos. De repente me detiene un tipo robusto y alto. Es extranjero, probablemente alemán, con la relajación propia de un bohemio y desplegando en el ambiente el olor de mil porros. Viste con bermudas anchas y luce la camiseta argentina de Messi. Casi con con timidez me pregunta:
-¿Usted me puede decir donde es la calle Lamadrid al ochocientos?. me dijeron que era aquí cerca.- Puedo advertir que su castellano era bueno.
-No maestro, es como diez cuadras en aquella dirección.- Le respondo, es obvio que lo mandaron al carajo.
- OK gracias.- Da media vuelta y se va.
Después se acerca a un vendedor de aloja de maíz con su carrito de lata. El alemán me pide que les saque una foto con su ultramoderna cámara digital. Luego la tomo y mientras saco esa foto, estoy viendo al alemán con la camiseta argentina abrazado del hombre de rasgos aborígenes tucumano y el carrito de lata oxidada como accesorio. Sus rostros contagian la inocencia propia de los niños y el paisaje es la calle Junin y su realidad de mega feria de venta de chucherías. Esta cámara costosa está generando un testimonio sobre una parte de la realidad del ser humano que muchos quieren ocultar. Están allí, emitiendo una gran sonrisa. Se alejan de las miserias del mundo. Con esta imagen me doy cuenta de que nada está perdido. Si bien el aspecto y el vestuario del tucumano es precario, al europeo no le importa. Se están abrazando dos estaturas. Dos edades. Dos Colores de piel. Dos niveles sociales. Dos lenguas. Dos continentes. Dos culturas. Dos sueños.
Es cierto que una parte de la realidad del mundo empeora día a día. No menos cierto es que hay alguna realidad que nos alienta en creer de que todo puede mejorar. Ahora estoy guardando esta foto en la memoria de la maquina digital, pero principalmente en un lugar donde jamás se perderá. En la memoria del corazón de los presentes.

lunes, 8 de junio de 2009

MI MEJOR REGALO

Después de muchos años, mirando entre mi ropa vieja, vi la camiseta desgastada de Boca con las letras "fate 0" y recordé una mañana del día de reyes magos de mi infancia.
Precisamente en el año noventa y dos, recuerdo que tenía diez años
recién cumplidos y como siempre me despertaba atolondrado para buscar mi regalito. Ese día estaba la camiseta de Boca a la par del pastito y el vaso de agua. Era el mejor regalo que me podían hacer. En esa época no sabia si era trucha u original pero ni me importaba porque tenia impreso el número nueve de Batistuta. Cuando vi ese número nueve casi se me sale el corazón. Dieguito mi vecino a quien le regalaron también la casaca, no lo podía creer. A él le regalaron la camiseta original pero no tenia el número nueve. Por un momento lo noté medio envidioso. Pero a esa edad la envidia tiene otro color, por lo tanto mucho no nos importó. Ahí nomas salimos a estrenar nuestros regalos.
Con gran emoción nos fuimos al predio que posee radio nacional en la esquina de mi casa y llevamos la pelota de
cuerina descascarada para jugar un picadito con otros pibes. Ese día pateamos hasta hartarnos. Aquel día como otros estuvimos jugando hasta que oscureció y luego nos fuimos a tomar con las pocas moneditas que juntábamos una gaseosa de tercera marca.
Pasaron dos años y fuimos a jugar un picado contra unos
pibes ricachones y nos dijeron burlándose que las camisetas de nuestro equipo eran truchas. ¿A esa altura quien nos quitaba lo jugado?. Me sentí el bati por mucho tiempo e hice muchos goles en la canchita de la esquina.
Estos
pibes ricos con camisetas originales del manchester o del barcelona no lograrían destruir nuestras sensaciones en la cancha con sus dichos agresivos. Tampoco todas esas tardes en que volvíamos a la casa embarrados hasta el cogote quedarían devaluadas. Ellos lucían camisetas para ir a presumir en la calle y nosotros los pibes del barrio, para hacer un culto a la sana amistad.
A los quince años me compré mi primera camiseta original de Boca. Pero querida gente les aseguro que no era tan linda ni la disfruté tanto como aquella camiseta trucha de los diez. Fue sin dudas el mejor regalo que me hicieron.
¿Para vos el mejor regalo fue siempre el más caro?
Quizás dentro de tu corazón esté la respuesta.

martes, 2 de junio de 2009

UN ANGEL EN LA NIEBLA

Noche fría y la permanente neblina cubre el panorama en Tucumán. De las pocas jornadas que hay durante el año en esta provincia. Nadie en la calle. Al único que se ve en el semáforo es a un pibe, que se sube al bondi y me reparte su estampita de la virgen.
Esta unidad de pasajeros luce oscura y apenas iluminada con una tenue luz roja. Al pibe apenas se le ve la cara por debajo de esa gorrita desteñida y sucia, además de que su piel es del color de la noche. Su mirada no desentona con la situación. El camina repartiendo su producto masivo a toda la gente adormecida y endurecida de frio esperando moneditas como contraprestación. Pasa por mi lado, tomo la estampita y veo que tiembla su pequeña manito por el frio. Luego regresa y se sienta en el primer asiento mientras espera que la presencia de la virgen de desatanudos surta efecto en los pasajeros y aparezca la caridad humana. Su permanencia en el asiento se prolonga .El fin es que el bondi avance y lo acerque aún más a su “misteriosa” casa. Este gesto puede interpretarse como de picardía generalmente. Pero esta noche me atrevo a sentenciar que fue por supervivencia.
Luego se para y recolecta, asiento por asiento, su retribución pecuniaria en monedas. Al llegar mi turno, pelo del bolsillo la moneda y me quedo con la estampita. Hago lo que pocas veces hago. Lo miro a la cara. Veo sus ojos tranquilos pero fuertes como los de un adulto bien plantado. Lejos de lo que uno espera ver en el rostro de un niño. Parece un ángel que pasa por nuestro lado, porque a pesar de la soledad que lo acompaña, su presencia transmite una gran sensación de paz. Luego sigo observando a medida que cumple su tarea y la gente me parece que comparte la misma sensación.
Noche exitosa eso pensaría cualquiera por la formidable recolección. Levanta “monedas en pala” como se dice en el barrio. Pero no lo veo feliz por ello. A continuación, siendo las doce de la noche, este purrete se baja en uno de los semáforos de las cuatro avenidas y un cartel luminoso marca ocho grados mientras la lluvia azota incesantemente el pavimento. Ya con los pies sobre la calle, ata dos bolsitas a sus destrozadas zapatillas para cubrirse del agua y emprende la caminata. Comienza a dar sus primeros pasos, pisa un charco y se lamenta. No noto torpeza sino que la noche lluviosa sumada a la neblina y al desnivel del pavimento hacen prácticamente imposible distinguir un charco de lo que es la parte plana. En medio de las cuatro gigantescas avenidas, el pibe está solo y derrotado siendo su única compañía la lluvia helada. El frio es tan intenso que hasta las trabajadoras de la noche están de licencia.
Cuando el semáforo se pone en verde, los autos lujosos avanzan a gran velocidad por delante del pibe y este cada vez se aleja más hasta que se pierde entre la abrumadora niebla.

Me doy la vuelta y todos prácticamente cubiertos hasta el mentón de la cara con sus camperas titánicas, observan lo mismo que yo. Cuando el semáforo se pone en verde este ómnibus sigue su camino y también desaparece en medio de la niebla.